Había miradas volátiles, gestos imperceptibles, detalles innegables.
Cada noche me aferraba a sus palabras como si de un mágico sueño se trataran.
Entre risas y susurros me envolvían sus despreocupadas confesiones, risueñas anécdotas. Melodía para mis oídos que me invitaba a cantar al son de su sonrisa. Sonrisa perfecta iluminada por una furtiva mirada. Mirada misteriosa que por momentos se apagaba encendiendo mi esperanza.
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