miércoles, 3 de febrero de 2016

Mi fuerza

-A quien me dio la vida y se desvive por cuidar de ella- 

Él me enseñó a luchar, a no darme nunca por vencida. Él creyó en mi cuando ni yo misma lo hacía y me recordó que era capaz de superar mis miedos para volver a ser la persona que fui antes de yacer presa de ellos.

Él me mostró el camino y me dio el primer empujón para empezar a recorrerlo. Me acompañó desde la distancia, en silencio, apartando las piedras que eran demasiado pesadas para mis frágiles brazos. Ahuyentó a los monstruos que me cortaban el paso cuando solo con escuchar sus lejanos ecos me aterrorizaron. 

Él me defendió ante la injusticia y me enseñó a ser justa. Me hizo ver que en ocasiones es mejor callar ante la ignorancia y que muchas otras debes dejarte el alma y la garganta defendiendo lo que piensas, lo que amas. 

Él me hizo crecer mientras veía cómo crecía. Sospecho que su anhelo siempre fue que me pareciera a él sin sospechar que aún a día de hoy eso es todo cuanto anhelo. Porque todavía sigo recorriendo ese camino que escampa y protege para mi, sabiendo que algún día seré yo quien proteja el suyo. 

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