domingo, 4 de diciembre de 2016

Lejos

Siempre termino huyendo. Escapando de lo que duele. Porque, ¿quién dijo que enfrentarse a tus temores es la mejor forma de superarlos? Tantas veces traté de hacerlo y tantas cometí el error de quedar atrapada en ellos. Por eso prefiero apartar la vista al cruzarme con tu mirada, pues al enfrentarla siento que es mejor la incertidumbre a quedar reducida a nada. Apenas verte y estremecerme por lo que hiciste nacer y hoy con tus palabras apagas. Pero no es eso lo que me transmiten tus ganas de buscarme y llamarme la atención con la que me fijo en cada gesto tuyo. Tengo que alejarme para no caer de nuevo en tu juego sucio. Para ti tan limpio, porque se trata solo de dejarte llevar, mientras yo a la espera me desgasto y me desangro por cada aliento que me dedicas. Y me replicas sin saber que has tocado algo en lo más profundo de mi alma, respiro, trato de recapacitar, aguardo, pero no logro recobrar la calma. Te evito pero apareces en cada resurgir de mi esperanza. Dices que compartes lo mismo con otras y me quema el saber que al creerme especial solo me engañaba. ¿Qué es lo que realmente siento? No estoy enamorada, tampoco es que hayas hecho surgir ese sentimiento, estafada es la palabra exacta. Sería tan sencillo mandar todo por donde vino -de la nada-, negando cada vez que entre risas te declarabas. Porque con solo preocuparte se que estás detrás y te retratas, aunque luego te escondas y acomodes en la opción fácil que de mi te aparta. Para qué negarlo, estoy harta de tus dudas y aunque me quede a oscuras lo prefiero a ser algo prohibido que aguarda en la penumbra.

Te deseo cerca. Por eso permanezco lejos.

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